Últims dies a l'Eixample

'A ojos de un antropólogo extraterrestre, los habitantes del Eixample se alimentan de paella precocinada y sangría, visten ropa de explorador y camisetas de colores y calzan chancletas, a menudo arrastran una maleta con ruedas y tienen una gran afición en la autofotografía monumental. Yo era un anacronismo molesto, un estorbo para el progreso.'

Deulofeu no es un escritor como los demás. Al igual que los maquilladores embellecen el rigor mortis de los difuntos, los obituarios que él redacta para una funeraria son un bálsamo momificador para gloria del traspasado y recuerdo de amigos y parientes.

Nacido y amamantado en el Eixample, vive en un edificio propiedad de su familia desde su construcción, la Casa Deulofeu, que aparece en todas las postales. Ahora, la ambición ha llevado a la última tanda de la estirpe de burgueses a triturar la casa grande de sus antepasados y convertirla en apartamentos y despachos para alquilarlos a precio de oro. Él, el único que no ha cedido a la tentación de la especulación y el éxodo, se resiste a que lo echen de su hogar cuando ya no tiene ni edad ni cintura para cambiar de paisaje y de hábitos. El Eixample es su particular finisterre y no está dispuesto a rendirse y abandonarlo.